Los iraníes votan este viernes para elegir al sucesor de Hassan Rouhani, quien ha sido su presidente desde 2013.
Las elecciones en la República Islámica de Irán no son consideradas por gran parte de la comunidad internacional como un evento “libre y democrático”.
Esto se debe principalmente a que los candidatos deben ser vetados o aprobados por los 12 teólogos y juristas que forman el Consejo de Guardianes, un órgano no elegido que tiene la decisión final sobre quién puede presentarse a una elección.
Aún así, en el pasado los comicios contaban con una alta participación porque para muchos servían para hacer sentir su voz.
Este año, sin embargo, todo parece apuntar a que los ánimos han cambiado y muchos, principalmente los más jóvenes, han decidido no participar en las elecciones, también para expresar sus frustraciones.
Para los líderes iraníes la participación electoral es una forma de probar la legitimidad de su sistema político.
Pero varios sondeos, como el realizado por la Agencia de Encuestas de Estudiantes Iraníes, alineada con el gobierno, muestran que los pronósticos de participación son de sólo 36% o menos.
Y mientras, el hashtag “De ninguna forma voto” es una tendencia en las redes sociales persas.
Hay varios factores que explican el descontento y frustración que parecen sentir actualmente muchos iraníes.