El Arzobispo de Corrientes, Andrés Stanovnik, instó a transitar el tiempo previo a la Pascua de Resurrección con una profunda reflexión sobre los hábitos de compra, el cuidado de la creación, la inclusión de los invisibles o los despreciados.
“Hoy iniciamos el santo tiempo de Cuaresma, un período de cuarenta días durante los cuales nos preparamos para celebrar la Pascua de Resurrección. El signo que caracteriza el inicio de este tiempo es la ceniza que contiene varios significados. En primer lugar, y como lo más inmediato que observamos de la ceniza es que allí donde hubo algo, ahora no hay nada, solo cenizas: así aparece a los ojos la caducidad de la condición humana, tal como le dijo Dios a Adán: “Polvo eres y al polvo volverás” (Gen 3,19). Si ampliamos un poco más este significado, la ceniza representa la propia fragilidad y la necesidad que tenemos de recurrir a la misericordia de Dios. Entonces, en segundo lugar, la ceniza es señal de humildad y de arrepentimiento, signo muy utilizado en al Antiguo Testamento. Y, en tercer lugar, la ceniza es signo de conversión a Dios y a un renovado vínculo con nuestros hermanos, como lo escuchamos cuando nos imponen la ceniza: “Conviértete y cree en el Evangelio”. Por eso, la ceniza no es solo signo de desolación, sino también de esperanza, porque Dios puede y quiere transformar la ceniza que somos en hombres y mujeres de vida y de vida plena”, expresa el mensaje clerigal, emitido ayer, miércoles de Cenizas.
“En el Evangelio (cf. Mt 6,1-6.16-18) escuchamos a Jesús que propone un método muy antiguo para ordenar la vida: se trata de la oración, el ayuno y la limosna. Esta práctica ayuda a poner las cosas de la vida en el lugar que le corresponde a cada una. Ante todo, a Dios, a quien debemos darle prioridad sobre todo lo demás. Poque es con Él como descubrimos qué valor tienen las demás cosas. Pero para eso necesitamos cultivar la relación con Jesús y eso se hace por medio de la oración. Cuanto más lo conocemos, mejor podemos ver la vida con los ojos de Él y con la fortaleza de esa amistad, actuar en consecuencia. Y aquí viene a cuenta el ayuno. Ayunar es renunciar a las cosas innecesarias para dar lugar a las importantes. Eso puede expresarse en la comida, en la bebida, en el vestido, en el uso del celular y el tiempo que permanecemos navegando en las redes, en fin, cada uno sabe de qué conviene desprenderse para dar lugar a nuevos espacios de acogida y de encuentro con el otro. La limosna es una consecuencia natural de la oración y del ayuno, y nada tiene que ver con dar de lo que me sobra. Se trata de ser generoso, dispuesto a compartir, misericordioso tal como es Dios, bondadoso y compasivo con todos, especialmente con los más postergados y olvidados de los demás”, reflexiona.
“Les comparto alguna parte del mensaje que nos entregó el papa Francisco para esta Cuaresma. Allí nos recuerda que “En la Cuaresma actuar es también detenerse. Detenerse en oración, para acoger la Palabra de Dios, y detenerse como el samaritano, ante el hermano herido. El amor a Dios y al prójimo es un único amor (…) La forma sinodal de la Iglesia, que en estos últimos años estamos redescubriendo y cultivando, sugiere que la Cuaresma sea también un tiempo de decisiones comunitarias, de pequeñas y grandes decisiones a contracorriente, capaces de cambiar la cotidianeidad de las personas y la vida de un barrio: los hábitos de compra, el cuidado de la creación, la inclusión de los invisibles o los despreciados. Invito a todas las comunidades cristianas a hacer esto: a ofrecer a sus fieles momentos para reflexionar sobre los estilos de vida; a darse tiempo para verificar su presencia en el barrio y su contribución para mejorarlo. Ay de nosotros si la penitencia cristiana fuera como la que entristecía a Jesús. También a nosotros Él nos dice: «No pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan» (Mt 6,16). Más bien, que se vea la alegría en los rostros, que se sienta la fragancia de la libertad, que se libere ese amor que hace nuevas todas las cosas, empezando por las más pequeñas y cercanas. Esto puede suceder en cada comunidad cristiana”, concluye, junto a un agradecimiento al Papa Francisco por la noticia de su visita al país.